A mi esposo Igor no le gusta mucho la filosofía de los circos y los zoológicos, la que obliga a tener los animales encerrados y lejos de su hábitat para nuestra entretención. Si lo pienso así, tampoco me gusta, y la verdad es que nunca habíamos ido al zoológico juntos ( y ni hablar de los circos, que más que pena de los animales, es una cosa que no me entretiene). Sin embargo, ahora tenemos un hijo de un año y medio que en Chile conoció los gatos, perros callejeros y lobos marinos y, por medio de libros, conoce el pato, la vaca, y otros. Él cree que todos los animales hacen muuuuuh. Le dije a mi esposo que no tenemos dinero para ir a África para mostrarle el león, el elefante, y la jirafa, así que fuimos al zoológico de la ciudad de Búfalo (no a un zoológico de búfalos).
El zoológico, a diferencia de los otros zoológicos a los que he ido, está casi en el medio de la ciudad. Tiene un gran estacionamiento, en el que al entrar no dice en ninguna parte que es pagado, pero es. Nos enteramos de eso al momento de pagar la entrada del zoológico (US$10 por adulto), donde nos cobraron US$ 4 más por el estacionamiento. Por una entrada de 10 dólares mis expectativas del zoológico aumentaron mucho, y posteriormente mi decepción. A pesar de que nos dieron un mapa para saber dónde estaba cada animal, encontré que estaban muy lejos uno del otro. Era como que teníamos que buscar los animales, y no aparecían de manera natural mientas caminábamos por los senderos. Había muchos espacios vacíos, en construcción, y plazas y cosas, pero dónde estaban los animales!? Además había muchas cosas por la que se pagaba extra. El arriendo de coches de bebé vale 5 dólares, el carrusel vale 2 dólares, el trencillo que da una vuelta de 2 minutos vale 2 dólares, y la cama elástica con arnés vale 10 dólares (para saltar 3 minutos!). Alimentar al elefante vale 15 dólares, y así suma y sigue. Obviamente no hicimos nada de eso.
No todo fue tan malo. Había un parque para niños pequeños y por fin eso era "gratis"(después de la entrada de 10 dólares) y el Samuel se entretuvo mucho. Me da mucha alegría verlo que se entretiene con otros niños cerca, y con juegos. Hay muchas mamás que critican a las otras mamás (qué novedad!) que piensan que es bueno que el niño vaya desarrollando independencia. Yo soy una de estas últimas. Me encanta tener a mi hijo cerca, y cuidarlo. Con mucho sacrificio lo amamanté por un año (lo que siempre fue doloroso y agotador para mí) y nunca he tenido la necesidad de dejarlo con desconocidos o en un jardín infantil, pero a pesar de eso, me gusta que crezca y que descubra el mundo, que interactúe con otras personas, y que duerma en su cuna y en su pieza, y que se quede dormido solito, sin que yo me rompa la espalda balanceándolo. En fin, fui feliz al verlo jugar en el parque.
Vimos jirafas, rinocerontes, el tigre, el gorila, y otros animales (el león estaba acostado...) y al llegar a las zebras el Samuel hacía un sonido extraño, algo como "bleleleleleh". Pensé que a lo mejor quería imitarlos, pero las zebras no hacen así. Después me acordé que hace eso cuando se acerca a un basurero, o cuando va a botar su pañal con número 2 a la basura. Creo que ese "bleleleleh" era por el olor asqueroso de la caca de zebra.
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